El campo de la neuroeducación está plagado de conceptos erróneos conocidos como neuromitos, que son falsas creencias sobre el cerebro y sus funciones que pueden afectar negativamente a las prácticas educativas. Estos mitos suelen surgir de interpretaciones erróneas de la investigación neurocientífica y persisten entre los educadores, lo que afecta a las estrategias de enseñanza y a los resultados de los estudiantes. Este post identifica diez neuromitos prevalentes en el campo de la neuroeducación y la educación, a partir de varios estudios y encuestas realizados en diferentes contextos educativos. Es muy importante entender el contexto de cada neuromito y especialmente la investigación de la que partieron.
1. Estilos de aprendizaje
La creencia de que los estudiantes aprenden mejor cuando se les enseña de acuerdo con su estilo de aprendizaje preferido (por ejemplo, visual, auditivo, cinestésico) es uno de los neuromitos más extendidos. Las investigaciones no muestran ninguna evidencia que respalde la eficacia de adaptar los métodos de enseñanza a los estilos de aprendizaje(Nóbrega et al., 2024) ^[[3] (Morandín-Ahuerma et al., 2024).
2. Dominancia hemisférica
El mito de que los individuos tienen el «cerebro izquierdo» (lógico) o el «cerebro derecho» (creatividad) persiste a pesar de la falta de evidencia científica. Las funciones cerebrales no se limitan a un hemisferio, y ambos lados trabajan juntos en la mayoría de las tareas cognitivas(Tunga & Çağıltay, 2023) (Morandín-Ahuerma et al., 2024).
3. Efecto Mozart
Este mito sugiere que escuchar la música de Mozart puede mejorar la inteligencia. Si bien la música puede tener varios beneficios cognitivos, no hay evidencia de que aumente específicamente el cociente(Tunga & Çağıltay, 2023) (Morandín-Ahuerma et al., 2024).
4. Uso del cerebro
El mito de que los seres humanos solo utilizan el 10% de su cerebro está muy extendido, a pesar de la investigación neurocientífica (Zhou, 2024). La ciencia ha demostrado que todas las partes del cerebro tienen funciones conocidas y están activas en momentos diferentes, según la tarea que se esté realizando (Anum et al., 2024).
5. Periodos críticos
La creencia de que hay períodos críticos estrictos durante los cuales se deben aprender ciertas habilidades, o nunca se adquirirán, es engañosa. Si bien la primera infancia es importante para el desarrollo, el aprendizaje puede producirse durante toda la vida debido a la plasticidad cerebral (Tunga & Çağıltay, 2023).
6. Entorno enriquecido
La idea de que proporcionar a los niños un entorno enriquecido aumentará significativamente su inteligencia es una simplificación. Si bien un entorno estimulante es beneficioso, la inteligencia está influenciada por una compleja interacción de factores genéticos y ambientales (Tunga & Çağıltay, 2023). En un estudio reciente con un entorno altamente enriquecido para el grupo experimental de ratas macho heterogéneas, que consistía en una gran jaula de varios niveles llena de juguetes, ruedas para correr y refugios se encontró que promovió una regulación conductual adaptativa en comparación con las condiciones estándar de alojamiento, en las que las ratas se mantenían en parejas con un enriquecimiento mínimo. El entorno enriquecido mejoró significativamente la capacidad de las ratas para filtrar los estímulos irrelevantes y regular su comportamiento de manera más eficiente durante varias pruebas conductuales (Ishiwari et al., 2024) .
7. Inteligencias múltiples
La teoría de las inteligencias múltiples, que sugiere que las personas tienen distintos tipos de inteligencias (por ejemplo, musical o espacial), a menudo se aplica mal en los entornos educativos. Hay poco apoyo empírico para la idea de que enseñar a estas inteligencias mejora los resultados del aprendizaje (Tunga & Çağıltay, 2023).
8. Gimnasio cerebral
Los ejercicios de Brain Gym pretenden mejorar la función cognitiva a través de movimientos físicos específicos. Sin embargo, estas afirmaciones no tienen base científica y se consideran pseudocientíficas(Tunga & Çağıltay, 2023).
9. Azúcar e hiperactividad
La creencia de que el consumo de azúcar provoca hiperactividad en los niños no está respaldada por evidencia científica sólida. Algunos estudios sí que la correlacionan (Suárez, 2023) (Cabezas-Zabala et al., 2016). pero otros estudios han demostrado que no existe una relación significativa entre la ingesta de azúcar y el aumento de la hiperactividad (Morandín-Ahuerma et al., 2024). Es importante considerar el contexto más amplio de los hábitos alimentarios y los factores relacionados con el estilo de vida.
10. Aprender mientras se duerme
La idea de que las personas pueden aprender nueva información de manera efectiva mientras duermen es un mito. Si bien el sueño es crucial para la consolidación de la memoria, el aprendizaje activo requiere una participación consciente (Tunga & Çağıltay, 2023).
Conclusión
Si bien estos neuromitos prevalecen, es importante reconocer los esfuerzos que se están realizando para disiparlos a través de la educación y el desarrollo profesional. Aumentar la alfabetización neurocientífica entre los educadores puede ayudar a cerrar la brecha entre la neurociencia y la práctica educativa, lo que se traducirá en estrategias de enseñanza más eficaces y en mejores resultados para los estudiantes. Sin embargo, la persistencia de estos mitos pone de relieve la necesidad de una investigación continua y una colaboración interdisciplinaria para garantizar que las prácticas educativas se basen en la evidencia científica.
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