Cuando el sol no brilla en el rostro de todos los niños. Una dura historia infantil

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Es quizá el post más triste que he escrito, es quizá la peor experiencia que puede tener una niña, Os advierto que el texto es muy duro para quien tenga un mínimo de sensibilidad. Pero la sufridora de esta experiencia ha querido compartir parte de su historia de vida para sensibilizar a todos los padres y madres del mundo diciéndoles que a los niños hay que darles cariño, afecto, amor, tiempo y educación, y es quizá más importante esto que el querer disfrutar de la vida adulta sin asumir las responsabilidades que conlleva tener niños en casa o darles y consentirle todo a nuestros hijos. Deseo agradecer públicamente a esta niña adulta a la que le han robado su infancia y que actualmente lucha por sobrevivir en el duro mundo adulto.

Antes de empezar a leer, te recomiendo poner esta canción de fondo

Así fue como empezó todo

Una chica joven, hija de padres pudientes conoce a un chico en una discoteca. Es quizá el inicio de la historia de amor de muchos jóvenes de hoy en día.

Tras varios meses él desea casarse con ella, pero ella con solo 19 años le dice que todavía no, que es muy joven. Tras la negativa y después de un cierto periodo de tiempo el hombre consiguió que se quedase embarazada. En aquellos años (década de los 90), estaba mal visto socialmente estar embarazada y no contraer matrimonio, por lo que la mujer se vio en cierta manera obligada a casarse.

Con el paso del tiempo, tuvieron 4 hijos, dos niños y dos niñas, y pronto empezaron los problemas. 

El alcohol, uno de los mayores enemigos de las relaciones sentimentales

Mientras su mujer se quedaba en casa al cuidado de los niños él, jefe de albañilería, contrató a una joven secretaria y empezó a quedarse con ella al salir de trabajar, lo que ahora se denomina afterwork, llegando tarde a casa y perdiendo el cariño hacia sus hijos, cariño que quizá nunca tuvieron. 

Los regresos a casa por parte de quien era el único sustento económico para la familia eran una auténtica pesadilla para los pitufos del hogar. LLegaba borracho y con una conducta muy agresiva y violenta, cuenta la verdadera protagonista de esta historia, quien con tan solo 4 años vio cómo su padre pegaba a todos sus hermanos e incluso a ella, que le agarraba por la ropa la ponía contra la pared y le propinaba numerosos puñetazos mientras azotaba al resto de hermanos con el cinturón.  

El divorcio, un trámite para personas valientes

Su madre cansada de tanta violencia pidió el divorcio y sin conseguir ni una ayuda económica por parte del maltratador se fue a vivir a casa de la abuela de los niños durante 4 meses tras caer en una depresión.

Los desamparados niños quedaron solos en casa sin comida y sin cuidados de ningún adulto, el padre se había ido a vivir con la secretaría quien era drogadicta y solo quería dinero, olvidando por completo a quienes había engendrado años antes. 

Pronto los hermanos mayores se dieron cuenta que tenían que sacar adelante a sus hermanos pequeños, salían a robar comida al supermercado para poder alimentarse y alimentarlos, en total eran 4 niños y jóvenes menores de edad. Después de un tiempo volvió la madre al hogar, había cambiado su forma de ser, solo se preocupaba por sus pequeños lujos, tabaco y gustar a los hombres.  Mientras, 4 niños apenas tenían ropa para ponerse, se duchaban una vez al mes, utilizaban ropa sucia y rota y casi ningún día iba a la escuela. 

Los niños todo lo ven, todo lo absorben, cuida tus conductas delante de ellos

Así nos relata su experiencia de vida quien se atrevió a contarnos su historia «Con solo 5 años vi como mi madre hacía el amor con un chico. Como era la más pequeña me llevaba con ella a todas partes, solía ir a pisos de distintos hombres, en más de una ocasión vi como estaba desnuda haciendo el amor con otra persona. 

Otro día, había ido a comprar unas chuches y al regresar a mi casa, recuerdo como un amigo de mi hermana mientras me puse de puntillas para timbrar en el timbre de mi casa, me bajó los pantalones e intentó violarme. Tenía solo 6 años y en ese momento grité para que mi madre me oyese. 

Más adelante, fue mi hermano mayor quien intentó tener sexo conmigo, lo recuerdo perfectamente. Me quedé sola en casa con él, y cuando se estaba duchando me llamó, una vez allí me dijo que le hiciese una felación, le dije que no, y me ató a la cama y me violó. Él está ahora muy arrepentido y no quiere saber nada de lo que hizo». 

La importante labor de los docentes para frenar casos de maltrato infantil

«Mis profesores al ver como iba a clase llamaron a servicios sociales. Y así fue cómo ingresé con 9 años en un centro de menores, recuerdo perfectamente que fue el 15 de septiembre del 2006». 

El centro de menores, un falso paraíso en un mundo turbio

«Llegué allí muy desorientada, no entendía por qué tenía que estar allí. Me pusieron de comer pero no comí porque tenía miedo de que tuviese veneno la comida. Me había convertido en una persona muy desconfiada. A la tarde, vino a visitarme mi hermano y mi padre, le dije que me quería ir de allí con él, pero me dijo que no. Me pasé 4 meses aislada completamente de mi familia, ni siquiera por teléfono. No sabía nada de mi madre, y así fue como pasé parte de mi infancia, compartiendo tristezas con otros niños. 

Dos años después, me dejaron ir el fin de semana a casa con mi madre. Ella hizo una fiesta en casa, invitó a una amiga y a tres chicos. Me dijo que fuese a la cama y sin ni siquiera darme la cena me fui para la habitación. Sin ser capaz de dormir, escuché una especie de chillidos de mi madre, salí para afuera por si le pasaba algo y pude ver cómo estaban los 5 desnudos haciendo el amor en el salón. 

Luego, volví al centro pero no le conté nada a las superioras para que no me separasen más de mi madre».

Con las alas rotas… intenté volar

«Con las alas rotas, destrozadas y sin ningún valor para mi familia, me dí cuenta que cuando fuese adulta no podría depender de mis padres. Me dije a mi misma que tenía que estudiar o de lo contrario viviría debajo de un puente sumergida en la pobreza. 

Conocí a un chico de 13 años, sus padres me rechazaban porque me veían con mala pinta, les pedí una oportunidad. Conseguí estar con él 6 años, pero cuando empecé a trabajar él se fue con otra sin decirme nada y siéndome infiel. Lloré muchísimo porque me parecía increíble que estas todas cosas me sucediesen a mí».

Pero…siempre viene la calma después de la tormenta

«Seguí conociendo a chicos, aunque muchos tenían más de veinte años de edad mental tenían 16, por lo que no fue hasta hace poco cuando encontré a un chico de 30 años con el que llevo casi un año y creo que es la pareja que merezco. 

Yo al final conseguí acabar la ESO hacer un grado medio de FP y actualmente trabajo en un restaurante con un contrato indefinido. Además estoy intentando sacarme el carnet de conducir y pronto cumpliré 22 años». 

Para reflexionar…

Estas experiencias no suelen hacerse públicas, no suelen difundirse porque generalmente pesa más el qué dirá la sociedad que la propia lucha interna de una persona que quiere dejar atrás su pasado. 

Muchos niños no disfrutan de sus derechos como niños, muchos adultos no saben ejercer de padres, la administración sigue sin erradicar el maltrato, violencia de género… Y muchos de estos problemas, se podrían solventar con un mayor presupuesto a la educación, a los centros educativos, a la formación docente, a mejorar el sistema educativo. Porque la educación lo es todo para una sociedad, la educación puede combatir la violencia de género, la educación puede decir no al consumo de alcohol entre los más jóvenes, puede prevenir el acoso escolar… 

Eduquemos desde la escuela, desde la familia,desde los medios de comunicación, desde la calle… con nuestras conductas, con nuestros actos, con nuestras palabras, con nuestros pensamientos, con nuestros textos.

Que llueva educación en todos los rincones del mundo.


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