Los niños y niñas de hoy en día viven en un caldo de cultivo con ciertas carencias de esfuerzo que pueden conducir a personas más débiles y menos entusiastas, personas con falta de compromiso y paciencia, y personas que busquen más el resultado y no tanto disfruten del proceso. Las familias pueden estar cayendo en el error de pensar que el hecho de darle todo a su hijo es facilitar su crecimiento y desarrollo personal. Los niños necesitan trabajar y esforzarse por conseguir cosas, necesitan tener tiempos de espera en la consecución de sus deseos, necesitan planificarse en el espacio y en el tiempo, y en todo eso, las familias tienen un gran protagonismo.
El esfuerzo ya no está presente en nuestras vidas
Últimamente recuerdo con cierta nostalgia, pequeños esfuerzos que hacíamos antes y que hoy en día ya no existen. Quizá la suma de estos esfuerzos fueron capaces de configurar una personalidad más luchadora y con gran capacidad para afrontar retos y superar obstáculos. Tengo que agradecer a mis padres todo su esfuerzo en darme una buena educación, una educación donde si quería algo tenía que luchar para conseguirlo. Una educación clásica, de las de toda la vida, marcada desde el seno de una familia humilde con 4 hijos.
A modo de ejemplo, recuerdo como escuchaba todo el día la radio, preparaba mi cinta virgen rebobinada por la cara «A» por medio del boli BIC y esperaba el momento en que sonase mi canción favorita para grabarla y capturarla para siempre. Eso sí, tenía varios temores, uno de ellos era el hecho de que sonase la canción cuando estaba lejos del aparato, otro que coincidiese con la señal horaria o que el locutor de radio hablase durante el inicio de la canción o la interrumpiese antes de tiempo. Hoy en día, cuando alguien quiere una canción, dispone de ella en un minuto, sin sacrificio, sin valor, y graba y borra canciones de forma casi inconsciente. Antes grabar una canción educaba.
Apunta, dispara y espera al revelado
La fotografía de hoy en día es una fotografía devaluada. Las cámaras apuntan a seres y objetos poco curiosos, para este bello arte. Los disparos se multiplican por millones y los momentos capturados pasan a formar parte de miles de fotografías sin valor.
Antiguamente ahorrabas para un carrete, mirabas todo el entorno e intentabas hacer una buena composición fotográfica para que pudiese quedar plasmado de la mejor forma posible ese momento que tanto apreciabas.
Cada fotografía disparada era un gramo de oro,su valor era muy alto y deseabas verla en papel lo más pronto posible, siempre con la incertidumbre de sí saldría bien. Sin embargo, cuando llegabas a la tienda de revelado el dependiente que siempre quisiste ser, si eres un amante de la fotografía, te decía que podrías pasar a recoger las fotos dentro de dos o tres días.
Este simple hecho, te hacía más paciente, te hacía esforzarte más en superar tu línea de confort y tener que desplazarte a la tienda en dos días distintos, te requería ahorrar para comprar un nuevo carrete y poder revelar las fotos en algún tamaño más grande que el habitual. Hoy en día, una fotografía de esas que guardas en una caja de cartón o un album con motivos pomposos,seguramente le des mucho más valor que a las mil fotografías que has hecho en el último mes. Sin duda alguna, echo de menos esos momentos. Antes sacar fotos educaba.
Tienes dos opciones, o esperar a las 14:00 horas y llamar a casa o caminar por el barrio
Cuando tenías necesidad de quedar con tus amigos y sin disponer de ese maldito teléfono móvil que pudiese satisfacerte la actual impaciencia, tenías dos únicas opciones, ser paciente y esperar a las horas en las que podrías localizar a tu amigo en casa y en las que se permitía llamar, o darte una vuelta por el barrio para ver si lo veías, preguntando a la gente si lo habían visto.
La socialización es muy importante para el ser humano y el desarrollo de una sociedad, enviar WhatsApps desde la cueva actual sin disfrutar del mundo no es nada enriquecedor. Los niños de hoy en día tienen decenas de grupos de WhatsApps en sus móviles y el contacto de cientos de amigos, pero sólo disfrutan de uno o ningún amigo real. Esto nos hace ser más superficiales, más irreales y más preocupados por nuestra imagen en una pantalla que por nuestros principios éticos y morales. Antes contactar con un amigo educaba.
En educación, un juego pixelado vale más que 100 juegos con excelentes gráficos
Recuerdo como cada sábado me levantaba a las 10:00 de la mañana y le pedía a mis padres si por favor me dejaban conectar mi Máster System II a la única televisión que había en casa, ubicada en el salón donde pasábamos horas en familia. Esta hija del gigante SEGA, era todo un tesoro después de haber convivido durante años con una caja de plástico que contenía dentro a dos únicos protagonistas, dos palitos blancos sobre fondo negro que desde diferentes posiciones, formas de desplazarse por la pantalla y colores de los objetos que los rodeaban, creaban decenas de juegos simples y diferentes, con los que me entretenía y florecía el pensamiento lógico.
Previamente a ésta, tuve que lidiar con un teclado y un reproductor de videojuegos de cassette, concretamente el Commodore 64, cada juego tardaba en cargarse unos minutos, y rezabas para que no hubiese ningún error y tener que repetir la operación. El tiempo pasaba más rápido si te fijabas en el contador del aparato.
Antes, jugabas luchando semana tras semana por acabarte el juego con apenas tres vidas. Ahora, los niños no tienen esa paciencia, descargan cientos de juegos en segundos, buscan en internet todos los trucos para poder acabarlos en dos días, y empiezan miles de juegos que no acaban. Estoy seguro que el día que vi el final del Alex Kidd mi alegría fue mayor que la de 10 niños actuales, meses de esfuerzo detrás hicieron que al cabo de un año acabase el juego, entre las pocas horas de práctica que me permitían mis padres y las escasas vidas extra que conseguías, era imposible acabarlo en dos días. Antes la rutina semanal de un niño consistía en acudir a una escuela deportiva 3 días a la semana, realizar los deberes y estudiar. Y el fin de semana, si la televisión no estaba ocupada podías disfrutar de escasas horas de interacción con la tecnología. Antes jugar con la videoconsola educaba.
Otras situaciones que han cambiado y con ello sus valores
Enviabas una carta por correo ordinario y esperabas pacientemente la llamada de quien la recibía para ver qué le había parecido lo que le habías escrito. Ahora, envías un email y si no recibes contestación en un día te genera una sensación negativa de malestar o piensas que no te quiere contestar el receptor.
Cuando no había mando a distancia, te pensabas varias veces si merecía la pena levantarse del sofá y cambiar de cadena. Ahora, los niños gastan la pila de un mando pasando día tras día de un canal a otro, con un recorrido de más de 30 canales,y al final… señalan que no le gusta lo que echan en ninguno y sus padres le descargan sus series o dibujos preferidos.
Antes para disfrutar de la navidad había que esperar al 20 de diciembre, ahora los niños la disfrutan el 20 de noviembre. Antes los niños en los cumpleaños tenían 3-4 regalos de los cuales 2 eran ropa o libros, ahora los niños tienen cumpleaños con 30 regalos. Antes esperabas ansioso a una fiesta de cumpleaños para tomar Coca-Cola, ahora los niños beben Coca-Cola casi a diario. Antes en los viajes en coche te entretenías con el paisaje, ahora a los niños no se les permite entretenerse con el paisaje, tablets y móviles acaparan su atención. Antes te mandaba tu madre o padre ir a por el pan, llevarle un trozo de bizcocho a tu vecina, cogerle las bolsas a la anciana del tercero o darle los buenos días al cartero. Ahora, los niños son completamente dependientes de los padres, sin autonomía ni confianza en ellos mismos, no saludan al cartero ni a los vecinos, no les gusta el bizcocho casero por no tener glutamato monosódico y cuando van a casa de familiares lo único que hacen es preguntar si pueden jugar con los videojuegos.
Antes se leían atentamente los textos, ahora se lee el inicio de un post y el final, y si es un poco largo se abandona.
Antes no se convalidaban materias en la universidad y había clases de mañana y de tarde. Ahora se convalida casi todo y se intentan poner las clases por la mañana para que los estudiantes no protesten por ir a la tarde a la facultad.
Recuperar el esfuerzo es posible!
No quiero finalizar esta entrada con tanto mensaje nostálgico y negativo. Creo que hay personas actualmente que siguen manteniendo estos valores e incluso, pese a tenerlo todo, quieren más y trabajan para conseguirlo. Sin ir mas lejos, en ocasiones me encuentro a alumnos que tienen materias convalidadas y prefieren asistir de oyentes a mis clases para seguir aprendiendo. O alumnos que sin casi tener tiempo, estudian, trabajan y colaboran en casa.
Los docentes debemos enseñar también para la vida, sea cual sea la etapa educativa que abordemos, tenemos que ser conscientes que en una sociedad «sin esfuerzo» quizá sea más importante transmitir esos valores tan necesarios para el desarrollo personal, como el compromiso, la disciplina, la constancia, el esfuerzo, la superación de obstáculos, la lucha continua, etc. frente a la transmisión de los contenidos propios de la materia.
La próxima vez que quieras algo intenta conseguirlo a través del camino más complejo, sólo en la adversidad es cuando el ser humano crece, cuando su cerebro detecta un estado de alerta en el cual luchará por sobrevivir, y esto, es lo que realmente te hará grande!.
Y recuerda…que si has hecho el esfuerzo de leer todo este post, entonces debes dejar constancia con un pequeño comentario, anímate!
Como siempre, totalmente de acuerdo en lo que describes. Por eso, la labor actual de los padres, y en su defecto, de educadores y entrenadores/educadores (opino que en edad escolar ambas funciones deben ir siempre de la mano) deberá ser la de fomentar el esfuerzo, el trabajo, los valores y todos aquellos hábitos que impliquen un esfuerzo previo para lograr una recompensa u objetivo. Saludos.
Muchas gracias Ana por tu comentario! 😉
0 EFFORT: Esfuerzo y paciencia que grandes olvidados… tan cierto que pone los pelos de punta.