Desde que entré en el mundo de las redes sociales, ya hace unos cuantos años, he visto como proliferó la palabra gurú. Muchos profesores se lanzaron a hablar sobre determinados gurús educativos. A mi siempre me gustó leer mucho y la verdad que cuando alguno de mis contactos hacía referencia a un gurú no tardaba ni un minuto en leer la entrevista que un medio de comunicación le hacía o el post que publicaba en su blog.
Por aquel entonces, recién salido de la universidad veía a aquellos profesionales como una estrella a seguir, que seguramente me pudiese ceder parte de su brillo y ayudarme así a brillar en un futuro.
Del gurú como maestro al gurú inepto
Lo cierto es que hoy en día determinados profesores siguen hablando de gurús educativos pero con una connotación negativa y muy despectiva. Son típicas las frases del tipo “ese no ha pisado un aula”, “ese vive en una burbuja con condiciones muy diferentes a las nuestras”, “que se deje de ganar dinero y que haga su labor docente” “que deje de publicar libros y que atienda a los niños” etc.
Sin lugar a duda frases que hacen pensar a uno y reflexionar sobre el mundo en el que vivimos. Si nos centramos en el verdadero significado del término “gurú” pensamos en un maestro espiritual que guía a otras personas hacia cierto bienestar y crecimiento personal o intelectual, y que suelen ser respetados y a menudo sirven de fuente de consulta para tomar determinadas decisiones. Aquí tenemos el primer problema de educación, no suelen educarnos para seguir estelas de nadie, solo para compararnos con otros y ver si somos mejores que ellos.
Pero no sé en qué momento, ni cómo, ni cuándo hemos dado un giro de 180 grados utilizando este término para hundir moralmente a aquellos expertos y profesionales de la educación, que aprovechando una invitación para salir en algún medio de comunicación o blog importante transmiten su opinión sobre algún tema de actualidad.
No hay gurús educativos hay personas con baja autoestima, infelices y destructivas
La crítica destructiva suele emanar de personas con baja autoestima y con tendencia a infravalorar el trabajo de otras expertas, exitosas o con cierto reconocimiento social. Algunos estudios apuntan a un tipo de personas infelices, humilladoras y personas negativas.
Muchas veces basta con leer algunos de sus últimos tweets o publicaciones en Facebook o en su blog y observar que cerca del 100% de sus mensajes son negativos y con tendencia a la destrucción.
Pero a mi personalmente, además de preocuparme que existan personas infelices me preocupa que sea tan fácil y gratuito faltar al respeto a muchos de estos gurús educativos.
Toda la información que leemos en redes sociales, prensa, webs de educación… es siempre importante y nos ayuda a construir nuestro propio conocimiento. Incluso, información que provenga de los niños, de las familias, de otros compañeros, de grandes expertos o de grandes inexpertos…todo suma, todo enriquece y todo sirve para generar debates y guerras dialécticas sanas.
Por eso, no hay gurús educativos hay grandes maestros, maestros, discípulos y profanos, que vuelcan su opinión en diferentes medios y todas ellas son importantes y necesarias para seguir avanzando hacia la calidad y excelencia educativa.
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