En España aproximadamente un 73,52 % de niños entre 10 y 15 años disponen de teléfono móvil, según la última encuesta sobre TICs en los hogares españoles realizada por el Instituto Nacional de Estadística. Esta cifra continua en aumento año tras año, pero… ¿es realmente necesario el uso del móvil en nuestros hijos?
Seguramente muchos padres y madres leerán con atención este post para ver si realmente hay motivos que justifiquen el uso del móvil en sus hijos. El teléfono móvil más allá de su función como dispositivo de telecomunicación puede constituir una importante arma de destrucción familiar. Su uso adecuado y la permisividad o no de las familias está siendo protagonista de muchas noticias en los medios de comunicación. No podía desaprovechar dar mi opinión sobre este tema a fin de que padres y madres tengan un argumento más para prohibirlo o regalárselo a sus hijos.
Niños con la ventana cerrada
Los niños que tienen la ventana cerrada, son los niños que disponen de teléfono móvil. Lo primero que hacen al levantarse, tras sonar su despertador y todavía cuando ni siquiera han visto los rayos de sol, es dirigir su mirada hacia la pantalla táctil. La luminosidad es captada por las células fotorreceptoras de sus oxidadas retinas y todas sus neuronas concentran su atención en los iconos que aparecerán de nuevos mensajes recibidos en el Whatsapp o nuevos mensajes en redes sociales.
En ese momento entran sus padres en la habitación con cara risueña y dándole los buenos días. El hijo sin apenas levantar la cabeza del móvil le responde con voz ronca «Buenos días».
Minutos más tarde se sienta en la mesa a desayunar y con una mano remueve el tazón de Cola Cao y con la otra desliza la yema de su dedo sobre la pantalla táctil del teléfono.
Sus padres le tienen que recordar que se asegure de llevar todos los libros y que compruebe si tiene todo el material necesario para las clases de hoy. Mientras tanto, y sin hacer mucho caso al recordatorio familiar, él apoya el móvil en la cómoda de la entrada para ponerse el abrigo y se cerciora que la batería esté llena.
Ya en el ascensor, su inclinación de cuello continua en 45º y sin observar el tiempo que hace, sale del edificio. Quizá sea poco significante para él contemplar el mundo exterior. Con actitud pasiva camina con los hombros caídos y la musculatura con cierta flacidez. Sus oídos parecen tener unos tapones o estar sumergidos en agua dentro de una bañera, lo cierto es que no logran disfrutar de escuchar y visualizar el ritmo de una ciudad.
En clase inicia un peligroso juego de sacar el teléfono sin ser visto por el docente, pero asegura que en el recreo lo disfrutará tranquilamente para chatear un rato. Ya entrada la tarde, queda con varios amigos a las 18:00 horas para jugar juntos a cazar pokémon tras jugar en línea con personas desconocidas a numerosos juegos no recomendados para su edad.
Niños con la ventana abierta
Los niños con la ventana abierta, son los niños que viven felices sin el móvil y aprovechan los 5 sentidos para adquirir aprendizaje y vivir en armonía familiar. Cuando suena el despertador empiezan a pensar en las nuevas aventuras que tendrá hoy en el colegio, en ese instante aparecen sus padres con una sonrisa de oreja a oreja y de forma efusiva le dan los buenos días, el niño todavía desperezándose hace un gesto de abrazo mientras mira a su madre fijamente con cierto amor. Es entonces cuando la madre se acerca y le da un gran abrazo.
Ambos desayunan juntos hablando sobre qué clases tiene hoy y qué materias le gusta más. Tras preparar la mochila se despide de sus padres y en el ascensor empieza a pensar, crear proyectos, recordar experiencias hasta que el sonido de campanilla llama su atención al parar el ascensor en la planta 0.
Sale del edificio y empieza a observar todo lo que le rodea, un mendigo que pide limosna suscita en él cierto interés en cómo habrá llegado esa persona a esa situación, también capta su atención a través de la visión periférica un coche mal aparcado que está siendo multado por la policía mientras el propietario todavía en estado de ira se lleva las manos a la cabeza, descubriendo así las normas de tráfico y seguridad vial. Los ruidos de los coches, el llanto de un niño pequeño que va con su madre y el sonido de un teléfono móvil también captan su atención, analizando la contaminación acústica que puede existir dentro de una ciudad.
Ya en la escuela mientra sube al aula va hablando con sus compañeros de clase mientras saluda al profe de Educación Física. En el recreo participa en la Liga de brilé del centro mientras un grupo de niños lo demandan para jugar un partido de fútbol.
Después de la comida familiar, los padres lo acercan al club de balonmano para posteriormente recogerlo una hora más tarde, aprovecha para hacer un pequeño trabajo en el ordenador y ver un poco la televisión antes de ir para cama, no sin antes leer el libro que cogió en la biblioteca ya hace 7 días.
El uso de las TIC es algo más que tener un ordenador, tablet, pantalla táctil o un móvil
Pese a que los niños de hoy en día ya no vienen al mundo con una barra de pan, sino con tecnología. El uso que se está dando a la tecnología no es el más adecuado. Cuando tenía 14 años recuerdo haber ahorrado para comprar un ordenador de sobremesa, por aquel entonces no había la gran oferta tecnológica que hay ahora y mi ordenador tuvo un uso de TIC en mayúscula. Me sirvió para aprender a utilizar programas como word, publisher, excel, aprender mecanografía, etc.
Hoy, observo en el aula universitaria a generaciones que no dominan el uso de word, excel, access o powerpoint, conocen sólo lo básico que sabíamos en la época de los 90 pero sin llegar a conocer cómo crear una base de datos en access, realizar gráficas en excel, diseñar un cartel en publisher o utilizar el gestor bibliográfico de word. Muchos desconocen cómo reconocer una página web con comercio seguro, instalar un certificado digital o firmar un documento en pdf. Esto son algunos ejemplos del verdadero uso de las TICS.
Para la reflexión…
Realmente… ¿crees que es necesario que un niño tenga un móvil? . El móvil puede llegar a ocupar tu lugar en la familia, puede aislar a tu hijo, dificultar su adaptación a las normas de comportamiento social, dañar su vista y oído, crear dependencia, romper con su creatividad…
Por supuesto, ante la sociedad actual llena de mensajes publicitarios creando necesidad de consumir telefonía móvil, el niño puede solicitar el derecho a reclamar un teléfono, pero los padres tienen el deber de no otorgarle ese derecho, siempre y cuando no sea de necesidad vital.
Antes de atender la demanda de tus hijos y comprar un teléfono, párate a pensar si serás capaz de dosificar su uso, explicarle los peligros que puede haber detrás de internet, afrontar los gastos derivados de un uso excesivo, comprar uno nuevo en caso de avería, pérdida o deterioro…
Intenta que tus hijos tengan abierta la ventana al conocimiento y al mundo exterior, estos dos ejemplos expuestos en este post son dos extremos, puede ser también que, en tu caso, estés educando con ventanas semiabiertas o semicerradas, pero recuerda analizar los pros y contra de estos modelos.
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