La sociedad dividida

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Un hecho, una acción, una palabra o una mirada de apenas 3 segundos es poco tiempo, pero pueden ser el inicio de un largo periodo de tiempo inmerso en la soledad afectiva. ¿Qué es lo que nos une y nos separa?

Una sala de espera para la diferencia

Recuerdo que estaba cansado, en una pequeña sala del aeropuerto, esperando para subir al avión. Minutos antes nos habían avisado a todos que el avión se retrasaría.

A las 13:53 horas reflejadas en la pantalla de la puerta de embarque del vuelo IBERIA IBS3879 destino Madrid, cortó el pseudosilencio del habitáculo una voz de una chica anunciando por megafonía que se iniciaría el embarque, advirtiendo, que primeramente subirían los pasajeros titulares de la tarjeta Business Club de Iberia. .

Cuando uno sube a un avión piensa que es igual al resto de pasajeros, su cuerpo estará sentado sobre un asiento tapizado con un número asignado y ubicado de forma ordenada en alguna de las múltiples hileras de asientos de la cabina. Sin embargo, la sonrisa de los azafatos y azafatas no es la misma al inicio de la aeronave que al final. Como tampoco lo es el mobiliario o la comodidad, entonces… ¿Qué es lo que nos divide?. 

La diferencia es y nos hace interesantes

Convivimos en un mismo espacio, pero somos muy diferentes, y es quizá esta diferencia la que hace que seamos interesantes. Sin embargo, no todas las diferencias provienen de uno mismo, existiendo agentes externos que inducen a la diferencia de unos y otros, y es esta diferencia la que genera infelicidad en aquellas personas que no son capaces de gestionar sus emociones, entendiendo las emociones como estados subjetivos y afectivos resultantes como consecuencia de un hecho o experiencia vivida.

Convivimos en una sociedad con quienes desean describir y mostrar la vida de sus hijos en redes sociales, mostrándolos al mundo en múltiples escenarios, pero vivimos también con quienes mantienen en secreto la vida de sus hijos, qué hacen, qué comen, a dónde van, con quién están…, creen que esta información es poco relevante para la salud y desarrollo de los amigos, conocidos o desconocidos cibernautas, y por eso la omiten en sus redes.

Tenemos la sociedad dividida en múltiples grupos de personas seguidores de una determinada ideología política, algunos extremistas y otros más racionales o dudosos menos extremistas, pero lo cierto es que están divididos

Vivimos en una sociedad dividida en personas que quieren llevar a sus hijos a colegios de pago por quienes apuestan por la educación pública.

Tenemos la sociedad dividida entre quienes esperan largos periodos de tiempo para hacerse una prueba médica, agonizando de dolor en algunos casos, a quienes la realizan el mismo día que piden cita.

Observamos una sociedad dividida en personas que desean gastar su tiempo libre en ver un reality televisivo a quienes disfrutan de la lectura de un buen libro.

Pero la sociedad está dividida también entre quienes prefieren un buen vino a quienes optan por una cerveza fría, entre quienes aman su trabajo o los que, hora tras hora, no dejan de mirar al reloj para ver cuándo se producirá el fin de su calvario diario, entre quienes solo saben resaltar lo negativo del carácter y vivencias de sus conocidos y amigos a quienes destacan lo positivo, quienes luchan por sus sueños a quienes dan por perdido todo,  hay  quienes disfrutan más del campo que de la ciudad, quienes prefieren la playa a la montaña, los que prefieren un gato frente a un perro o quienes disfrutan de la piscina frente al río.

Pero son quizá estas últimas, pequeñas diferencias, a veces insignificantes. En contraposición existen otras que generan un mayor debate, como las personas que desean contraer matrimonio y quienes buscan ir ligeros por el mundo sin cargas familiares, quienes tienen predilección por personas del sexo opuesto a quienes optan por el mismo sexo o incluso aquellos que disfrutan teniendo relaciones sentimentales con varias personas a la vez, o ciudadanos con diversas creencias religiosas que abogan únicamente por la asunción de su religión. 

Al final somos un producto resultante de todo un complejo sistema de ramificaciones, fruto de nuestra toma de decisiones diarias, que se van consolidando y formando en nuestro exoesqueleto.

Un exoesqueleto que nos protege en ocasiones del ataque de otros “iguales”, cuyas diferencias son palpables cuando establecemos comunicación con otras personas y que en numerosos momentos se hacen criticables desde la óptica del prójimo.

Son estas diferencias las que nos hacen únicos e irrepetibles, cada segundo de nuestro tiempo vivido en la tierra ha forjado un carácter, una personalidad, un temperamento, un determinado nivel social, económico, cultural…

Pero independientemente de la rama de la que nazca cada uno, de su origen, de su experiencia y de su futuro, al final no somos más que unos pequeños brotes que salen a la luz y que están destinados a convivir en un único periodo de tiempo y un determinado espacio, y por eso, al margen de todas nuestras diferencias, en ocasiones pequeñas y desapercibidas y en otras ocasiones grandes diferencias, que incluso, podrían incitar al odio, la envidia o el juego sucio, lo que más necesitamos es el respeto, exigir el respeto a nosotros mismos y ofrecer el respeto a los demás. Es el respeto la mejor arma para igualar y juntar una sociedad dividida. Sólo así, las ramificaciones cobran un sentido para una sociedad dividida. Sólo así, una persona podrá alcanzar el éxito en su vida, en su trabajo o en su relación sentimental.


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