7 malas prácticas de los autores de un artículo científico

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Hace años que dejé de creer en parte de la publicación científica, la obsesión por publicar, por ganar citas y ser el investigador más citado, por obtener financiación…lleva a muchos autores a cometer estas malas prácticas. Mejorar este aspecto es cosa de todos y podemos actuar desde los propios editores de las revistas científicas, los revisores externos y por supuesto los autores. Y con el alumnado universitario debemos potenciar el pensamiento crítico analizando diversos artículos y discutiendo las posibles malas prácticas halladas en él. Lee el post para conocer estas malas prácticas

El conocimiento científico no debe tener intereses

Durante años en mi etapa estudiantil y mis primeros años como docente creía que el conocimiento científico era la cima de una montaña donde se respiraba aire puro y se alcanzaba el máximo conocimiento al que no podía acceder una gran parte de la población. Hoy en día, cada vez que leo un artículo científico soy muy duro con su análisis crítico y esto también lo trabajo con mi alumnado de máster de la universidad. Hemos visto muchos ejemplos de mala práctica en muchos artículos analizados, por eso, hoy os quiero mostrar algunas señales que nos pueden ofrecer información de esta falta de deontología profesional. 

La calidad de un artículo científico no la establece la revista donde se publica ni las citas que recibe, es el propio artículo científico

Víctor Arufe

1. Exceso de autocitas

Las autocitas, citas incorporadas en el texto a trabajos del propio investigador, es uno de los motivos sospechosos de una mala práctica. Si la autocita no está justificada y está incorporada de forma forzosa demuestra que el autor solamente quiere obtener una cita más que aumente su status en Google Scholar, researchgate o cualquier otra métrica como WoS, Dialnet métricas o el índice de Scopus. Incluso en RRSS podemos encontrar a autores que publican que su trabajo ha sido el más citado de su universidad, esto puede ser una señal de la obsesión de ser el autor más citado. Por supuesto, no todas las autocitas buscan esto. En mi experiencia como editor de dos revistas científicas un día recibí un artículo con 20 autocitas no justificadas, por supuesto fue rechazado. En este post os mostraba una herramienta para conocer qué porcentaje de autocitas tienen los investigadores.

2. % elevado de plagio

Del plagio ya hemos hablado en alguna ocasión, especialmente incido en este aspecto en el curso que imparto online sobre cómo redactar un artículo científico, siento esta publicidad pero es un curso que he preparado con tanto cariño y con tanta información que no puedo evitar recomendarlo. Es importante que tanto autores como revisores pasemos los trabajos por un detector de plagio para mejorar su citación y referencias y evitar así el plagio. En mi experiencia personal, detecté en varias ocasiones porcentajes del 90% de artículos que ya habían sido publicados.

3. Co-autorías fantasmas o forzosas

En este apartado podríamos hablar de muchas co-autorías de investigadores que realmente no han participado en el artículo. Esto se produce en muchas ocasiones cuando se tiene amistad con el editor y se incorpora al trabajo, cuando hay investigadores que necesitan crecer y son incorporados por investigadores veteranos o cuando algún investigador tiene financiación y se incorpora para obtener esa cantidad económica y sufragar gastos, entre otros motivos. Lógicamente es complejo de detectar, pese a que muchas revistas obligan a los autores a describir qué tareas ha hecho cada uno de ellos dentro del trabajo presentado. Lo importante en este sentido es que todos los autores hayan participado de una u otra forma en el trabajo, aunque solo sea revisarlo y asesorar algunos cambios. 

4. Invención o falsificación de datos

Esperemos que este sea una de las prácticas menos usada, pero realmente ya salió publicada en prensa alguna noticia donde se retiraron artículos científicos que habían sido publicados tras detectarse falsedad en sus datos.

5. Exceso de citas a compañeros del grupo de investigación

Al igual que sucedía con las autocitas, en ocasiones se produce un exceso de citas a investigadores amigos, y así, entre ellos aumentan su estatus académico. Nuevamente, si no están justificadas es una mala práctica. La obsesión por las citas puede tener su origen en aspectos económicos de financiación. 

6. Sesgo y ausencia de citación por enemistad

Al igual que sucede en cualquier empresa, siempre hay trabajadores que tienen amistad y otros enemistad. La comunidad científica no está al margen de la enemistad o rivalidad entre grupos de investigación, universidades o investigadores. Esta mala práctica se manifiesta cuando un autor tiene un artículo publicado con resultados muy interesantes para tu manuscrito y no lo citas porque no quieres darle una citación. Esto que os comento es desolador, pero ya lo he visto en varias ocasiones. En mi caso, por supuesto tengo enemistades también o personas con las que no tomaría un café, pero cuando redacto un artículo dejo al margen esos conflictos personales y cito al «enemigo», es absurdo llevar las cosas personales al terreno profesional. 

7. No declaración de conflictos de intereses

Hace años encontré una viñeta muy famosa donde un empresario le decía a un investigador «le doy todo el dinero que usted quiera siempre que llegue a estos resultados». La investigación en el ámbito de la nutrición, medicina, salud y ejercicio físico está muy influenciada por la financiación. No exponer este tipo de conflictos es una mala práctica. Si un trabajo de investigación recibió fondos de una determinada empresa debe mostrarlo para que el lector de ese trabajo active todas sus alarmas y lea con atención y precaución los resultados obtenidos, pues puede haber conflicto de intereses. Existen también más conflictos de intereses que este que os muestro.

Otras malas prácticas

No solo hay 7 malas prácticas, hay más, como por ejemplo enviar por duplicado un mismo artículo a revistas diferentes, omitir datos importantes en el artículo especialmente en su metodología, no obtener consentimientos informados de los participantes, apropiarse de unos resultados de una investigación que no son del autor que redacta el trabajo, enviar un trabajo sin tener el visto bueno de todos sus autores, etc.

En definitiva, las malas prácticas están presentes en la literatura científica, mejorar este aspecto depende de todos: autores, revisores, editores, instituciones y por supuesto de los lectores aplicando su pensamiento crítico. 


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